Bienvenidos a
este blog el cual está pensado como un espacio donde se discutan temas
relacionados con la defensa personal. Abordaré los temas desde un punto de
vista muy subjetivo, daré mis puntos de vista, que son completamente debatibles,
puesto que después de varios años desde que me interese en esto, he probado y
experimentado diversas teorías y maneras de ver el mundo. A modo de
introducción y como es la primera entrada les contaré un poco de cómo inicie en
esta búsqueda de técnicas y estrategias urbanas para sobrevivir el día a día. Contaré
una historia donde relataré cómo he ido experimentando diversas herramientas, la
forma de portarlas y de utilizarlas.
Todo empezó
cuando era un joven de escuela que era víctima del bullying. Aunque siempre he
sido más alto que el resto de mis compañeros, nunca fui el más fuerte; por
tanto mi “ventaja” de tamaño en la práctica no existía. Durante una época tuve
que andar un yeso en un brazo, entonces una tarde mientras un grupo de mis
compañeros me molestaba usé mi yeso para golpear a mis compañeros como único
recurso para salir de la situación. Como pasa en la mayoría de los casos, si
golpeas fuerte al líder los seguidores dan un paso hacia atrás y reevalúan la
situación para ver si es buena idea seguir con la emboscada. Después de esa
pelea de escuela descubrí 2 cosas, la primera, que si te defiendes las
provocaciones cesan y la segunda, que cualquier objeto tiene la capacidad de
convertirse en un multiplicador de fuerza si tienes un poco de imaginación.
Durante años mi seguridad dejó de ser un problema, hasta que llegué al
colegio.
Hubo una temporada
en la que se desató una ola de asaltos en mi colegio a la hora de la salida,
así que en ese momento tuve la convicción de que no iba a ser una víctima más y
me armé con lo que podía. El objeto que creé para mi defensa consistió en una
cadena con un candado. Tomé un collar de ahorque que compré en una veterinaria,
le coloqué el candado con el que cerraba mi casillero en un extremo y en el otro,
le puse una tranca para poder guindarla de mi pantalón. Solía ponerle las
llaves por si me revisaban que solo viesen un llavero al mejor estilo punk. Y
así gracias a dicha cadena volví a sentir esa tibia sensación de seguridad.
Como era un objeto extraño y de un alcance mayor a una navaja o un puñetazo me
sirvió como medio de intimidación en muchas ocasiones.
Esto sucedió hasta
que a los 16 años, aproximadamente, conocí la herramienta que hasta el día de
hoy se ha convertido en parte indispensable de mi EDC (Every Day Carry), el
cuchillo. Mi primera navaja de bolsillo fue una vieja navaja de mariposa
(Balisong) que le compre a un amigo. Aún la recuerdo, era de pésima calidad, no
tenía “latch” (seguro que traen en la parte inferior para mantenerla cerrada),
era de un acero imposible de afilar… En resumen, era una mala navaja; sin
embargo, tenía una punta de aguja que me permitía abrir paquetes y cajas. Le
dedique varios años de mi vida a aprender cuanto truco podía con ella, pero más
allá de un “juguete” se convirtió en una compañera de mi vida diaria. Y fue
hasta hace relativamente poco que dejé de portar una Balisong.
Dentro de mis
rotaciones de EDC he portado gas pimienta, bastones telescópicos, navajas de
diversos tipos, manoplas, entre otros. A lo que quiero llegar con esto es que
al final del día no importa cuántas herramientas andemos encima, lo que
realmente importa es que tengamos un plan para usarlas. Es impresionante la cantidad
de personas que portan un gas pimienta para defenderse de un asalto, pero es aún
más impresionante el tiempo que tardan en sacarlo del bolso cuando uno tranquilamente
pregunta: “¿puedo verlo?” ¿De qué sirve entonces? En una situación de estrés o
de presión ni recordará que tiene uno en el más recóndito lugar del bolsillo.
Si algo
aprendí el día de mi primera pelea en la escuela fue que la herramienta solo
funciona si está en tus manos lista para ser usada, no importa si es un yeso,
una cadena o una navaja. Otro aspecto importante a la hora de portar algún instrumento
de este tipo radica en que se mantenga oculto o que pase desapercibido al ojo
de los demás hasta que sea necesario el empleo de la violencia. A lo largo de
las siguientes entradas de este blog intentaré darles mi opinión, experiencia y
además, formas no convencionales de usar nuestro entorno para mantenernos
siempre armados.
El arte de la violencia se perfecciona en tiempos de paz.
Un agradecimiento especial a Raquel Acuña mi editora favorita.
No es nada para quien me dio mi primera navaja (y la única)
ResponderEliminarGracias Raque en serio.
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